Elisa Herrera: «El running se ha incrementado por muchos factores, principalmente relacionados con la promoción de hábitos de vida saludable, con valores neoliberales y con la mercantilización del fenómeno»
«Me gusta correr y los deportes en equipo; el movimiento le imprime sentido a mi vida para reflexionar, escribir y hacer comunidad»
Cuando llegué a Barcelona para iniciar el doctorado en la UOC hace tres años, estaba en el proceso de aterrizar mis intereses disciplinares en un caso de estudio con raíces en la ciudad en la que viviría la siguiente temporada y que visibilizara algún aspecto de la vida cotidiana. Como parte del proceso, la observación de calle fue muy importante. Noté que el running aquí es muy practicado y promovido. Esto, sumado a mi interés por el cuerpo, por el movimiento y por la actividad física y los deportes, fue materializando mi caso de estudio.
Desde muy pequeña he corrido y practicado diferentes deportes. Intenté iniciarme en las carreras populares en 2010 cuando comenzaron a ponerse de moda en mi ciudad natal pero paré un tiempo debido a una cirugía de columna vertebral en aquella época. Ha sido a partir de la tesis doctoral en 2015 que me he dedicado a correr continuadamente como parte de mi investigación de campo. Mi pasión es explorar el territorio, lo que muchas veces se traduce en caminar y viajar. Me gusta correr y los deportes en equipo; el movimiento le imprime sentido a mi vida para reflexionar, escribir y hacer comunidad.
Fue un proceso, no hubo un momento único y específico. Esta tesis conjunta varios intereses que he ido construyendo a lo largo de mi carrera personal y profesional. El motor de la tesis es la exploración del posible diálogo entre algunos de los planteamientos del poshumanismo como vertiente filosófica y ética y la posibilidad de pensar su expresión, aplicabilidad y materialización en la vida cotidiana. Ese es el corazón de la tesis; luego, sus huesos y músculos están conformados por mis intereses en la geografía feminista (la exploración y la reflexión sobre el territorio y los espacios con una perspectiva crítica) y la intersección de esta con las prácticas de la vida cotidiana que involucran a los cuerpos y sus expresiones (políticas, culturales, sociales). El cuerpo (la corporalidad) es un eje central en mi investigación desde una perspectiva que lo considera más allá de concepciones dualistas mente-cuerpo, en continuidad y en constante relación con otros cuerpos, ambientes y materialidades humanas y no humanas.
Además de generar conocimiento por medio de poner literalmente el cuerpo en la investigación, el objetivo principal fue activar una mirada de continuidad que pudiera observar el cuerpo en su carácter relacional con diversas materialidades humanas y no humanas en el contexto urbano y así poder explorar nuevas maneras de comprender la corporalidad y detectar su potencia. En mi investigación me interesó identificar cómo el cuerpo y la ciudad son experimentados por medio de la práctica del running; explorar metodologías como la cartografía y el ensamblaje que nos permitieran aprehender continuums cuerpociudad; analizar las relaciones de poder que se producen y derivan del ensamblaje cuerpociudad; explorar las relaciones entre cuerpos, tecnologías digitales y espacios urbanos; explorar cómo estos espacios urbanos se moldean individual y colectivamente mediante prácticas como la carrera, y generar nuevas perspectivas de análisis del cuerpo y del espacio que incluyan el continuum cuerpociudad como una figuración o dimensión de análisis crítico.
Decidí que la mejor opción era aproximarme al fenómeno desde la etnografía. Durante dos años y medio de investigación estuve explorando las distintas prácticas de corredores en la ciudad, por ejemplo, la participación en diferentes grupos de running, entrenando con ellos, observando y charlando. También asistí a las carreras populares como corredora u observadora y a actos relacionados como la presentación de carreras. Llevé a cabo 50 entrevistas semiestructuradas, de las cuales 13 fueron en movimiento (corriendo y caminando) y 37 semisedentarias (en líneas de meta, en encuentros deportivos, en entrenos, en casas particulares, bares y oficinas). El rango de edad de las personas con las que trabajé fue de 23-72 años, todos residentes de Barcelona y en su mayoría procedentes de Cataluña. El nivel educativo variaba de estudios técnicos a doctorado. El 90 % de los entrevistados contaban con un trabajo remunerado en el momento de las entrevistas. El nivel socioeconómico era medio-alto y en su mayoría llevaban de dos a ocho años corriendo.
El cuerpo es una herramienta metodológica en la etnografía que introduce matices y perspectivas móviles en la investigación y pone de relieve la configuración de diversos devenires humanos y no humanos. Además, también da cuenta de sensaciones, percepciones, flujos, contradicciones y tensiones en la investigación que ayudan a generar conocimiento situado, parcial y encarnado, propio de los planteamientos feministas.
La práctica del running produce cuerpos emplazados, es decir, cuerpos cuya potencia de existir está en función del movimiento y del encuentro con diversas materialidades urbanas (no humanas), humanas (otros cuerpos) y tecnológicas. Estos cuerpos que corren se expanden en un continuum ciudad-tecnologías-diversos cuerpos, y su expresión fluctúa, cambia y deviene a partir del encuentro con las texturas de la ciudad (tipos de pavimento, vegetación, semáforos, climas, etc.), los datos digitales y otros cuerpos humanos. Esto nos permite ver como la corporalidad humana deviene, cambia, se expande y se relaciona con el territorio y consigo misma en los encuentros y por medio del movimiento, es decir, no hay un cuerpo que corre dado a priori, sino que con la práctica de correr y la materialidad urbana y digital se revelan constantemente cuerpos con potencias diversas.
Las tecnologías digitales moldean y configuran la experiencia y la percepción del cuerpo y, a su vez, los cuerpos manipulan y recrean dichas tecnologías; tecnologías y cuerpos se reconfiguran mutua y constantemente y se vive una extensión/expansión de los límites y relaciones entre materialidades humanas y no humanas desde planos continuamente cambiantes en línea / fuera de línea.
El cuerpo que corre es potencialmente un cuerpo activista involucrado en el territorio y capaz de adquirir consciencia sobre el ambiente del que forma parte. El cuerpo como vehículo de acción e implicación política y social es un cuerpo en movimiento, expandido y relacionado con diversas materialidades humanas y no humanas, que propone afirmativamente dinámicas emplazadas (cuerpo-mente-ambiente-tecnologías).
Existen muchos factores, principalmente relacionados con la promoción de hábitos de vida saludable, con valores neoliberales y con la mercantilización del fenómeno en muchas dimensiones. La crisis económica influyó en su momento en el sentido de que salir a correr se consideraba la opción más barata y accesible para las personas que querían hacer deporte y también como una vía de distracción y bienestar; sin embargo, son muchos los que consideran que la crisis no ha sido, para nada, la causa o el desencadenante del boom del running, sino que este está mucho más asociado a la industria y mercadotecnia que circula alrededor del deporte. Lo que yo pude detectar en mi investigación es la complejidad del fenómeno y no causas únicas y lineales. Si bien el running en la época actual es un fenómeno que encarna valores como la competencia, la individualidad, el consumo y el control, propios de la época neoliberal contemporánea, también es cierto que las diversas prácticas de correr son para las personas espacios de sociabilidad, de bienestar, de autoconocimiento y disfrute, y de relación con el territorio donde se vive y con las tecnologías digitales existentes. La especie humana siempre ha corrido, por supervivencia en su momento, por políticas de salud en otro, por la predominancia del mercado en otro, lo que nos lleva a la necesidad de pensar cuáles son las diferencias y las potencias de esos cuerpos que corren en relación con sus contextos y condiciones y qué tipos de subjetividades se despliegan en relación con las materialidades urbanas y digitales. Vivimos en tiempos complejos y tenemos que desarrollar un tipo de pensamiento relacional para ofrecer propuestas afirmativas frente a las contradicciones actuales.
En la era digital, las tecnologías permean prácticamente todas las dimensiones y aspectos de nuestra vida. En la práctica del running, el registro y cuantificación de la actividad física es altamente común entre los corredores y por ende la posesión de algún aparato tecnológico para optimizar la actividad y para sistematizar los entrenos (medir distancia, tiempo, velocidad, pulso cardiaco, calorías quemadas, etc.). Es muy popular el uso de aplicaciones especializadas en running y de redes sociales para compartir y socializar las marcas, para generar autobiografías digitales (en los perfiles de Instagram, por ejemplo) por medio de imágenes o para quedar con colegas para correr desde grupos organizados en plataformas en línea. El uso de tecnologías digitales en la práctica del running atraviesa diferentes dimensiones de la vida cotidiana y produce cuerpos inéditos; por ejemplo, las dinámicas de sociabilidad entre corredores expanden sus fronteras de espacio y tiempo al establecerse en modos continuados en línea / fuera de línea; la experiencia del cuerpo se extiende en continuidad con el territorio gracias a la interacción con aparatos digitales que conectan carne (cuerpo) y territorio (ciudad) mediante la codificación del cuerpo en números (pasos, ritmos, pulsaciones, calorías, etc.). Las tecnologías digitales influyen profundamente en el tema del control del cuerpo que los participantes reconocen como una cuestión en constante tensión, pues por un lado habilitan una suerte de obsesión por la cuantificación y los números que en ocasiones los hace desconectarse de sensaciones y percepciones no mediadas por las tecnologías digitales, pero por el otro son las mismas tecnologías las que aportan a los corredores nuevas introspecciones y conocimiento sobre su propio cuerpo, desarrollando sensibilidades nuevas y ayudando a sistematizar la actuación y a mejorar sus marcas y rendimiento. La pregunta es esta: los cuerpos que se producen en continuidad con las tecnologías digitales y por su mediación ¿expanden o limitan su potencia? La respuesta es la siguiente: ambas cosas, lo que nos lleva a pensar la corporalidad en términos de complejidad, como la época actual lo es.
Muchas de las motivaciones de los corredores que los llevan a practicar el running son similares independientemente del género; sin embargo, aun cuando se dice que dicho deporte es para todos y que es uno de los más democráticos que existen, los datos empíricos nos muestran que los papeles de género en su modalidad clásica aún están perpetuados en las actividades de la vida cotidiana en ciudades tan abiertas y liberales como Barcelona. Por ejemplo, la conciliación trabajo-familia-tiempo libre es uno de los aspectos donde se revela esta situación y en donde el running intersecciona. Hablando con la gente que corre nos damos cuenta de que, en muchas ocasiones, las mujeres tienen que negociar su tiempo libre con sus familias en función de las labores que sostienen como madres-cuidadoras y que impactan en el hecho de tener menos tiempo para correr o menos posibilidad de elegir cuándo y dónde hacerlo.
Cuando empecé el doctorado no sabía todo lo que significa la relación directora-doctoranda y hoy puedo decir que es un vínculo que marca profundamente el trayecto y la experiencia doctoral. Begonya Enguix es una investigadora completa, íntegra éticamente, con un bagaje teórico muy amplio y una vastísima experiencia en el trabajo de campo. Su entrega al trabajo se nota en las pequeñas y las grandes cosas y está claro que eso se transmite en la práctica cotidiana.
Su acompañamiento en el proceso de tesis fue incondicional, incluso y sobre todo cuando se trataba de asumir la libertad de tomar decisiones y de defenderlas, de crecer como investigadora. Begonya me ayudó a mantener los pies en la tierra y las ideas volando alto. Me dio mucha confianza y me fue enseñando día a día cómo hacer investigación y qué significa la etnografía.
Hacer un doctorado requiere mucha dedicación, constancia, esfuerzos y renuncias. Es un trabajo muy artesanal y que pide de uno no solo mucho tiempo, sino también un estado mental específico. Es duro. También es muy formativo y enriquecedor. Trabajar desde la pasión por el tema elegido y el amor por el conocimiento es fundamental para pasarlo bien. El autocuidado es otra cuestión básica. En mi caso, darme tiempo para hacer deporte como parte del proceso me ayudó muchísimo para mantenerme sana, para pensar desde el cuerpo, para moverme, para poner a circular la creatividad y las ideas, para procesarlas desde la carne y, claro que sí, generar endorfinas y sentirme energética y feliz.