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Howard Becker 2008

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23 ideas sobre la juventud


Traducción: Benjamín Juárez

Todos (al menos todos los de más de cierta edad) saben –no es más que sentido común– que, en cada época histórica, la "juventud" causa todos, o al menos la mayoría, de los problemas del mundo. No tienen ningún respeto por la tradición o la autoridad, hacen cosas que los lastiman físicamente y, especialmente, mentalmente: alcohol y drogas, pero también (dependiendo de la época) pasan demasiado tiempo en el cine, mirando televisión, o jugando juegos de computadora. Toman demasiados riesgos. No son prudentes. Siempre son unos tremendos hinchapelotas y es por causa de ellos que todo nuestro país y el mundo entero se van a ir al diablo.

Algunos de estos mismos jóvenes, de la misma generación y a veces las mismas personas, veinte o treinta años después de que han sido una juventud problemática, dirigen el país, ocupan puestos importantes en la política y en la sociedad, disfrutan de un gran pasar y de influencia. Danny the Red. Sir Paul McCartney. Harold Pinter. Y así sucesivamente. Elegí los ejemplos que quieras.

Esta paradoja se da repetidas veces a lo largo de la historia. Todo el mundo lo sabe pero no evita que la gente mayor siga encontrando los mismos problemas en la juventud de su tiempo.

Pero de la misma manera, todos (al menos todos los de menos de una cierta edad) sabe que en cada época "los viejos" son el problema. Tienen demasiado respeto por la autoridad y la tradición. Siempre votan por la gente equivocada. Pasan demasiado tiempo en el cine, toman demasiado, es común que coman demasiado también, y gastan demasiada plata del país en sus propias necesidades, que no demandarían tanto cuidado especial si vivieran vidas más apropiadas. Evitan el riesgo, se preocupan del futuro (especialmente el suyo propio), y nos cargan con el costo de su propio bienestar continuo.

Muchas de estas personas eran apasionadas en su juventud. Mostraban gran promesa y podrían haber llegado a algo si no se hubieran vendido, dado el brazo a torcer, o bajado los brazos, o acomodados al status quo, a las personas poderosas que manejan las cosas.

Esta paradoja, también, se da en cada época. Recibe menos atención que la otra paradoja, porque la gente que paga los estudios de los "problemas", sociales y políticos, y por las demostraciones como esta, son ellos mismos "viejos" o al menos gente "mayor", y no se piensan a sí mismos como hinchapelotas. Esto pasa repetidamente a lo largo de la historia, aunque escuchamos menos sobre esto porque en general es la gente mayor la que escribe la historia.

Necesitamos considerar esto con un poco de simetría.

¿Qué es la simetría? Gente que estudia la ciencia hace tiempo decidió que tendrían que hacerle a la ciencia moderna profesional las mismas preguntas que se le hacían a la ciencia "primitiva" (o ciencia "amateur" o ciencia "falsa"). Si cuestionamos las premisas fundamentales de la ciencia de la navegacioń de los isleños de Trobriand que describió Malinowski, o apuntamos a las fallas de método y lógica que caracterizan los estudios empíricos de uso de droga por parte de usuarios de LSD o marihuana, o nos burlamos de la gente que encuentra buenos lugares para cavar pozos apuntando con un palo hacia el suelo o toman decisiones de negocios basados en la posición de las estrellas –entonces tenemos que ver que la ciencia moderna no siempre evita estas mismas fallas.

Los estudios sociales de la ciencia hicieron grandes progresos al adoptar la regla propuesta por Bruno Latour, que dice que él "cree en la ciencia" prácticamente tanto como los propios científicos lo hacen. Una revisión minuciosa de la práctica científica contemporánea muestra que siempre creen en lo que creen provisionalmente, y que considerarían de nuevo (si la situación amerita) otra mirada a aquello en lo que creen. Con frecuencia cambian su punto de vista. De hecho, probablemente sea una mala idea para los científicos (o para cualquiera) "creer" en ideas. Sería mejor solamente aceptar las ideas que la evidencia sostiene, en tanto lo haga y por no más tiempo que eso.

La juventud tiene sus propias ideas. Los mayores tienen las suyas. En casi todas las sociedades, la gente mayor controla la distrubución de recursos escasos, controla el poder de policía del estado y, lo que es más importante, controlan la decisión de cuáles ideas son buenas, correctas, cuerdas, sensibles, y así sucesivamente.

A la juventud se la culpa habitualmente por los problemas de la sociedad. (Lo dije antes, y lo digo de nuevo. No lo puedo decir lo suficientemente seguido.) Los estudiantes no se esfuerzan lo suficiente. Es por eso que no aprenden lo que deberían. ¿Cierto? Tal vez no. A lo mejor los profesores y las escuelas no enseñan apropiadamente. A lo mejor es por eso que los estudiantes no aprenden lo que uno quiere enseñarles.

Prueben esto en algún área que conozcan. Yo lo hice, con el siguiente resultado. Los músicos de jazz más viejos se quejan de que los músicos jóvenes "no saben canciones", esto es, las canciones que los más viejos crecieron tocando y que consideran un repertorio mínimo para que un músico competente sepa tocar. Es verdad, los músicos jóvenes no suelen saber todas estas canciones, y eso genera problemas cuando una banda reunida sin previo acuerdo tiene que tocar junta sin un ensayo.

Los músicos más viejos, sin embargo, no saben las composiciones más complejas con la que crecen los más jóvenes. Pero, como los músicos más viejos tienen más control sobre el trabajo y las oportunidades para tocar, esto genera menos problemas a la hora de organizar actuaciones colectivas. Los músicos más viejos no necesitan saber las composiciones más nuevas. Ellos pueden simplemente decir "No, nosotros no tocamos eso".

Simetría: Ambos grupos "no saben canciones", así que no se puede tomar esa observación como un "hecho" que explica qué es lo que está mal con los músicos más jóvenes y por qué el negocio de la música se está yendo al diablo.

La simetría da sus frutos al dar un entendimiento de la situación, lo cual es bueno ya sea que se sea un sociólogo tratando de entender una organización social, un musicólogo tratando de entender el desarrollo de un género musical, o un músico de jazz tratando de salir adelante en el mundo del jazz contemporáneo.

La "juventud" es un término relacional. No describe una característica estable de una persona o un grupo. Dice qué lugar ocupa una persona o grupo en relación con otra persona o con algún otro grupo. Los "jóvenes" son más grandes que los "adolescentes" pero más jóvenes que los "adultos". Eso es un significado posible. Pero esta descripción relacional inofensiva conlleva otros matices, menos inocentes, menos simétricas, y menos neutrales a las que debemos estar atentos.

¿Es bueno ser neutrales? ¿No deberíamos estar engagé? ¿"Tomar partido" con orgullo? Eso suena como una cosa valiente y algo bueno por hacer. Pero no creo que sea tan buena idea. Habrá momento para tomar partido después de que realmente entendamos qué es lo que está pasando en una situación. Si tomamos partido tempranamente, desarrollos posteriores seguramente nos harán dar algunos tumbos.

En realidad no hace falta que ninguno de nosotros –científicos, académicos, intelectuales o ciudadanos corrientes– tomemos partido, que decidamos quién está acertado en estos conflictos. Cuando lo hacemos, no afectamos el resultado en lo más mínimo. Los intelectuales y académicos suelen sobre-estimar su influencia en las cosas.

La prudencia nos recuerda que todos ocupamos en algún momento todas las posiciones en el sistema de las edades. Ya ocupamos algunas posiciones. Y el resto ya vendrá.

¿Cómo te va a sonar lo que dijiste y pensaste cuando seas mayor? Pensá en lo que dijiste cuando eras más jóven. No creo en fantasmas, pero las palabras vuelven para acecharnos.

Pensar sobre la juventud me hace pensar sobre mi propia edad y generación. Voy a tener ochenta para cuando lean esto. Me equivoqué más veces de lo que me podría haber imaginado. Mi generación, estoy tentado a decir, se equivocó incluso más de lo que yo mismo lo hice. Y, ¿sabén qué? No es para tanto. La gente que no es de tu edad no está invariablemente en lo cierto, pero tampoco invariablemente equivocada.

Muchos de nosotros nos sentimos jóvenes aún cuando no lo somos. Y por supuesto, lo mismo pasa en sentido contrario.

¿Por qué dije "Veintitrés ideas"? Fue una decisión arbitraria y ahora no puedo pensar en la última. Qué lástima.