Todo mundo de arte organizado produce rebeldes, artistas que formaron parte del mundo de arte convencional de su época, lugar y medio pero que los encontraron demasiado limitadores. Proponen innovaciones que el mundo de arte se niega a aceptar dentro de los límites de lo que habitualmente produce. Otros participantes del mundo –público, personal de apoyo, fuentes de respaldo o distribuidores– se niegan a cooperar en la producción de esas innovaciones. En lugar de renunciar y volver a materiales y estilos más aceptables, los rebeldes insisten en la innovación sin el apoyo de personal del mundo del arte. Mientras los profesionales integrados aceptan casi por completo han convenciones de su mundo, los rebeldes conservan cierta relación laxa con éste, pero ya no participan en sus actividades de forma directa. /// Pueden, por ejemplo, crear sus propias organizaciones para reemplazar a las que se niegan a trabajar con ellos. Los escritores publican y distribuyen ellos mismos su trabajo. Como los rebeldes pueden ignorar las limitaciones que obstruyen el trabajo de los profesionales integrados, y dado que no participan en la interacción cotidiana del mundo del arte, sus motivaciones difieren de la de los profesionales integrados. // Si las personas hacen cosas por razones que no son lo estándar en un mundo determinado, parecen (a los ojos de los miembros activos de ese mundo) fuera de la socialización y bastante locas: una de las formas en que reconocemos a una persona confiable y bien socializada es que de inmediato entendemos las razones de su comportamiento. Los rebeldes violan las convenciones de la práctica del mundo del arte, pero lo hacen de forma selectiva y de hecho se guían por la mayor parte de éstas. Si bien James Joyce ignoró las formas literarias y hasta lingüísticas de su época, de todos modos escribió un libro completo. /// Si el mundo de arte contemporáneo se adapta, el artista y el trabajo pierden su condición de rebeldes porque ahora las convenciones del mundo incorporan lo que antes era ajeno. Como lo rebelde se vuelve convencional, y no sólo porque la vida nos ofrece tantos casos intermedios, no podemos trazar una línea definida entre el profesional integrado innovador y el rebelde.
Así como no todo el trabajo de los profesionales integrados se considera de alta calidad, muy pocos rebeldes se ganan el respeto del mundo del arte al que enfrentan. De hecho, es probable que la mayor parte de quienes participan en el mundo del arte nunca haya oído hablar de la gran mayoría de los rebeldes, y son muy pocos los rebeldes de los que se habla o se piensa bien. En lugar de ello, siguen siendo curiosidades cuyo trabajo pueden revivir de tanto en tanto los anticuarios interesados o puede estimular la imaginación de los profesionales integrados. Un ejemplo musical interesante es el trabajo de Conlon Nancarrov, que crea música para piano mecánico mediante el método no convencional de hacer perforaciones en el rollo del piano. De esa forma puede producir efectos como el glissando cromático, que de otra manera no puede obtenerse en el piano. Usó esas posibilidades para crear música que a los conocedores les resulta interesante y conmovedora.
Un último tipo de artista es aquel al que se da el nombre de primitivo, ingenuo o rural. El arquetipo es Grandma Moses // Por lo general, esos artistas no tuvieron relación alguna con ningún mundo de arte. No conocen a los miembros del mundo del arte en el que se produce trabajo como el suyo (si es que existe). No tuvieron la formación que suele tener la gente que habitualmente crea esos trabajos, y saben muy poco del medio en el que trabjan, sobre su historia, convenciones o el tipo de trabajo que suele producirse en el mismo. Los artistas ingenuos no pueden explicar lo que hacen en términos convencionales y por lo general trabajan solos, dado que nadie más sabe cómo brindarles la asistencia o la cooperación que necesitan y que no existe en un lenguaje explicativo. Si cuentan con ayuda, es porque crean su propia red de cooperación//
Los artistas ingenuos logran su estilo idiosincrático y crean formas y géneros peculiares y extraordinarios porque nunca adquirieron ni internalizaron los hábitos de visión y pensamiento que los artistas profesionales necesariamente adquieren en el tránsito de su formación. Un rebelde tiene que superar los hábitos producto de su formación profesional; el artista ingenuo nunca los tuvo.
Los mundos del arte, entonces, contribuyen a que sus participantes produzcan un trabajo que conseguirá apoyo material y una respuesta seria por parte de otros; hacen que los artistas relacionen su trabajo con una tradición en la cual cobra sentido y proporcionan a la actividad artística una cuota importante de tiempo y otros recursos.