Ushuaia
A sesenta días de aislamiento preventivo obligatorio, se presentan nuevos y más desafíos a los procesos sociales básicos -esenciales para la construcción de la realidad-, como la comunicación y la socialización. Entre tantos interrogantes sobre casi todos los aspectos de la vida diaria, es normal atravesar por distintas instancias, es normal cambiar de parecer ante una postura anterior, como también es normal enojarse, o que cambien los hábitos de sueño y descanso, entre tantos otros ejemplos.
Sin respuestas concretas y definitivas a la vista, es interesante poder hacer una pausa y mirar qué nos pasa con todo esto. En el ejercicio de la observación -para poder saber dónde estamos parados al menos hoy-, encontremos quizás, algunas certezas.
En el día de hoy, inaugura el espacio de “Artículos de Opinión”, el Sociólogo Benjamín Juárez, que hace un recorrido por los lugares posibles por los que ya hemos estado -en cuanto procesos mentales-, desde donde cuestionamos la realidad inmediata, que nos interpela con nuevas “normalidades”.
No dejes que la forma en que se presentan los temas públicos, o que la manera en que se sientan los problemas a escala privada, condicionen qué problemas podés abordar para entenderlos.
– C. Wright Mills
La ciencia y la tecnología se multiplican alrededor nuestro. Cada vez más, son los lenguajes en los que hablamos y pensamos. O usamos estos lenguajes, o nos quedamos mudos.
– James Ballard
Estuvimos encerrados en nuestras casas la mayoría de los argentinos. Desde fines de marzo esto parecía una idea prudente, o exagerada, según cómo se vea. Pero la cautela y la distancia social eran decisiones que en los hechos, se cumplían. Las preguntas son, ¿hasta cuándo, cómo, y ante qué?
La vida la pasamos estos meses como si todo estuviera a punto de estallar. Algunos lo vivimos con preocupación, otros con miedo, otros con aceptación. Habrá quienes lleguen a formar un nudo en la garganta (no literalmente) y con una sensación de densa y pesada prensa de metal sobre el pecho, como si nos estuviéramos por asfixiar de angustia y en dolor de paro cardíaco. ¿Pero todo esto de dónde viene: de un agente inocuo, o mortífero, o normal, o de la información que circula día a día?
Una primera consideración es que cada día hay una noticia nueva sobre el estado de pandemia: ¿cuáles fueron las fortalezas y debilidades del virus SARS-CoV-2 / COVID-19 en el último periodo de tiempo? ¿cuáles son las expectativas de desarrollo de vacunas y medidas preventivas? ¿Qué se sabe del virus? Bueno, se saben algunas cosas y otras no. Acá no nos vamos a enfocar ni en unas, ni en otras, sino en tratar de dar vuelta patas arriba el tema, que no es solamente de salud, sino de qué pasa con los mecanismos sociales al recibir información, al acatar obedientemente las reglas legales, y a nivel de salud también pero no solamente física sino psíquica, a escala individual y social.
La realidad que se vivió en cada casa (y en cada no casa) es que no se puede, o no sería ideal, salir a la calle: esto sea por motivos legales, de prevención social, o directamente en algunos casos por salud y previsión personal. Pero el hecho patente en controles urbanos es que la circulación de personas y tránsito está restringida y que la situación no es tanto, o meramente de pandemia, sino de cuarentena.
El encierro podría tomar diferentes connotaciones, según el color con que se mira. Encierro voluntario sería hacerse responsable por no adquirir nada del exterior, ni transmitir nada hacia afuera. Hacer home office, gente trabajando desde las computadoras en sus casas, puede mostrarse como un beneficio de la era digital y una manera de salir adelante. También prisión domiciliaria, pero se podría considerar este término demasiado incendiario.
Es legítimo que se oriente a la población a encerrarse un tiempo limitado como medida preventiva. Pero, ¿es legítimo dar y recibir permisos de circulación, y el plan a futuro cercano de que todas las personas se registren en una aplicación digital a nivel público-estatal? Es más, ¿podríamos tomar el encierro y el control de circulación como una medida anti-constitucional? La fuerza de la norma en Argentina podría haber parecido demasiado en Europa, y no todos los países del viejo continente tuvieron buenos resultados, pero otros sí.
Algunas personas se encierran por una creencia casi religiosa en la ciencia: por creer en la medicina, la infectología, y por aceptar la epidemiología se da por sentado que hay un agente real en el ambiente del que tenemos que tener cuidado. ¿Es un elemento fuera de lo común, o es lo mismo de siempre?. Pero, ¿hay otros intereses en juego?
También vivimos a veces con escepticismo, no tenemos certeza de cómo funciona el peligro real, o si mueren más personas por COVID o por accidentes choques de autos. Pero tenemos la creencia en un estado legal y legítimo, y en esa inercia hacemos lo que el estado manda: hacemos caso a la ley porque sino nos mandan a la penitencia para grandes. Ahora uno tranquilamente se podría preguntar: ¿China oculta información y Occidente es transparente? Suena un poco a cuento chino maniqueísmo. “Son todos narcos” decía la banda Las manos de Filippi hace cerca de dos décadas. ¿Esa sospecha, y acusación, aplica hoy a nivel nacional, como internacionalmente a lo que decidimos meter en nuestras venas físicas y mentales? ¿O sería una sospecha infundada?
Y después de todo esto contexto único de esta cepa de COVID cabe la pregunta: ¿algo de todo esto cambia la manera en que venimos viviendo? En algunos sentidos para peor, estamos todos un poco más locos, o más sedados, o más ignorantes, o más sospechosos.
Pocos viven hoy igual que en tiempos de pre-encierro. Sea real o ficticia la biología de lo que está pasando; sea real o desproporcionado lo que aparece en medios globales; sea real o drástico, o poco impactante epidemiológicamente; en casas comunitarias o de personas aisladas (pero en archipiélagos planetarios); sea serio o disparatado lo que estamos viviendo como civilización; estamos alertas a los cambios de escala y seriedad de lo que vivimos más de 7 millones juntos, o al menos al unísono.
¿Puede ser que todo se reduzca a una cuestión de números? Si los números valen, y nos tenemos que aplicar una prisión domiciliaria voluntaria o por código penal, pues bueno. Lo acepto. O mejor dicho una parte de mí lo acepta, como diciendo que capaz el confinamiento a escala planetaria sea una manera en que el planeta, y no solo la sociedad, se pueda reiniciar. Reinicio parcial al menos, pero shock es shock.
¿Podemos apoyar que Argentina, y su representante, hayan sido cautos y tomar severas medidas para que la gente se quede en sus casas? Sí, en principo, y por un tiempo. Pero ¿hasta cuándo y para qué? Ya deberíamos tener más información y ángulos estratégicos. Y con todo, nos quedamos quietos, demasiado quietos, hay una revuelta en nuestro interior, algo se está por descontrolar. ¿Pesimismo? Siempre presente, pero no, te cuento mañana (o el día después de ese) sobre pesimismo.
Fotografía por “EROS”
Para Elon Musk [en twitter] ya hay que sacar la gente de la casa al trabajo. Lo acusan de querer ganar más billones, y no cuidar la vida de la gente. Los datos para responder esto están (pienso en un día en que me siento positivo), hay que atravesarlos. Menuda tarea. Todavía necesitamos bucear a través. Y respirar. Hoy el optimismo me dice que, gracias a la quietud reinante, hay más aire puro.
Para el Dr. Dan Erikson, en un video difundido estos días desde el 22 de abril de 2020 la cuarentena no amerita encerrar a los sanos. Lo interesante de las partes en juego es que las respuestas tanto a Musk como a Erikson, en las plataformas de publicación, son sensatas.
Importante aclaración, al día de la fecha el video del Médico de California quitó, quedó offline. Ahora se puede encontrar, la explicación de alguien que critica el video, a partir del 1º de mayo, desde el [Washington Post] | What Dan Erickson and Artin Massihi get wrong about coronavirus.
Algunos días pensamos lo peor, incluso lo que parece menos probable. Un cometa cae del cielo, o nos revienta de adentro. O no hay cometa. Pero a no desesperar amigo mío.
El mundo no se cae exactamente a pedazos. O al menos eso pensamos los días en que nos levantamos optimistas. Hay días también en que no conseguimos ignorar que los agentes científicos del IPCC [Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de Naciones Unidas] nos avisan que todas las simulaciones por computadora indican que si no cambiamos nuestra forma de actuar como especie, estamos fritos en pocas décadas, en 2050 para ser exacto.
Por ahora, pensaremos que no hay un cometa viniendo del espacio exterior. No hay tampoco un cometa virósico en nuestra población local escalando exponencialmente sin cesar (porque somos cautos, al menos eso esperamos creer). Caerán humanos, a la misma taza de mortalidad que siempre o mayor, cómo saberlo. Mientras tanto nuestro país hace, como mi dice mi esposa a la que le tomo la palabra, lo que van haciendo otros países. España permitió una salida diaria de una hora, y una semana después Argentina hace lo mismo. ¿Cómo saber si mañana damos un paso atrás, o varios tropiezos, o vamos hacia adelante? En Canadá quieren que los niños puedan retomar las clases, acá muy pronto veremos qué decisiones nuevas hay.
Sí hay cometas impredecibles en nuestras creencias colectivas y los nortes cambiantes de nuestras decisiones y hábitos. Pero si tenemos suerte, como dice un amigo fatalista contra la especie humana, quizás el planeta verde tiene una buena chance. Y si tenemos más suerte, quizás todos tenemos una chance de salir adelante con sanidad interior: fisiológica, mental y emotiva. Siempre habrá cometas cayendo o haciendo implosión. ¿Cara o seca?
No hay virus, o tal vez sea de otra escala y/o podemos tratarla de otra manera a cómo lo venimos haciendo. O sí hay virus, pero necesitamos tratarlo con más conocimiento y estrategia que simplemente seguir la ley.
Con el contacto diario desde la pantalla hacemos bastante catarsis, tal vez a veces demasiado. La tecnología puede ser una herramienta salvadora, pero también otro encierro más. Ya nos avisaba el sociólogo Charles Wright Mills que no tenemos que tomar los hitos de nuestra vida solamente a título personal, más bien anticipaba que “muchos problemas no se pueden resolver meramente como problemas, sino que los tenemos que entender en términos de temas públicos, y en términos de cómo se hace historia”.
¿Nos ayudan hoy las comunicaciones digitales en nuestros diálogos a escala personal, socialmente, políticamente, y hasta en la escala planetaria?
¿Qué reglas tenemos para vivir? Mucho pedir, pero al menos respiremos hondo y nos olvidemos un rato de todo esto y pensemos en una playa con arena. O al menos imaginemos estar en una playa de estacionamiento, o un baldío, o una plaza, con un poco de sol y al aire libre.
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