ramoneando

sonho


Hola, soy Peponov.

Este es mi sueño, relatado por otro.

Había gente reunida y no los conozco pero aparece Diego, que no veo hace rato: un amigo-conocido de la adolescencia tardía. Me da un medallón, tipo talismán. ¿Azul? Le da poderes al que lo recibe y una vez entregado a un tercero no se te van los poderes. Al recibir este regalo yo no sabía nada de esto ni de nada. Decido que si tenga poderes o no, se lo quiero dar a alguien, no me interesa. Pero para ese clan es muy valioso porque sí conocen el poder. Cuando se lo doy a una mina, un tipo que es el enemigo de ella me empieza a seguir.

Sueño en paralelo y sin entender cómo se conecta que estoy en la casa de mi primo con él, pero es una casa imaginaria donde él no vive. Al menos en los planos de existencia y tiempo en que yo lo conozco.

Al rato estoy manejando solo en mi auto para volverme a casa y unas minitas aparecen al lado en otro auto y me dicen que vayamos a Unquillo. Y les digo que sí y vamos en caminos paralelos para ese lado. Pero las pierdo y después aparece mi acechador. Tengo un accidente y el auto chocado queda flotando sobre una escalera y después le cae encima a una persona que muere. Siento culpa y miedo de ir a la cárcel. De a poco empiezo a hilar cabos con alguna dosis de incoherencia. Empiezo a interpretar los poderes en cuestión.

Antes de irme a dormir lo había visto al Conde vomitando. Y le digo a mi vieja que se fije si tiene fiebre porque puede estar hasta las bolas. Y ahí es que me acuerdo de este hecho durante el sueño y entiendo que el poder es el de materializar en otra persona lo que uno piensa.

Estando en el sueño me cagué hasta las bolas y me quise despertar. Pero no pasó nada. No sé cuánto tiempo estuve así pero fue la vivencia más intensa que yo me acuerde de haber vivido, aún estando dormido. Y fue la primera vez en que inicialmente estaba convencido de que era un sueño, pero como después no despertaba dejé de pensar que era un sueño.

Y en algún momento desperté sin saber si el mundo era de verdad. Me levanté hasta el baño y tocaba el techo para ver la dureza y si era sólido o mera sensación. Después me fui a dormir con un cagazo padre. No quería volver al sueño ese en el que se materializaban los deseos.