ramoneando

anti-yoga del teclado

Cuando pienso en las manos sobre las teclas imagino una exhibición de contorsionismo, como si se jugara con los dedos al twister, estirándose sobre los colores lejanos desparramados sobre el suelo. Siempre falta una distancia nueva para estirarse más, perder balance y caer dolorido. Me acuerdo de una serie de tele en la que un hacker describe su relación con su mascota –pero creo que en realidad se refiere a su teclado: “si no fuera por Qwerty estaría completamente solo”.

Ya que las teclas se vuelven algo muy íntimo y cotidiano más vale tomar el tema bien de cerca. Yo las arranqué de su lugar original y las cambié de orden por dvorak. Parece mucho más simple la solución de poner las vocales de un lado y las consonantes del otro. Se pueden golpear las letras con manos alternadas a cada vez. ¡Y siento que tengo el ritmo potencial de un batero! Hace una década que hice esto pero en este detalle no muchos confluímos. Somos animales de costumbres y no entiendo casi nunca por qué tanto así.