La capacidad de perfeccionarse es característica del espíritu humano. El hombre renuncia a su atributo más elevado cuando adhiere a principios que su conciencia rechaza, aunque antes los hubiera hallado justos. Deja de vivir intelectualmente desde el momento en que se cierra a sí mismo el camino de la investigación. Ya no es un hombre, sino un espectro.
Los mayores bienes personales son la independencia espiritual –que coloca nuestra felicidad al reparo de cambios de fortuna y conductas extrañas– y la actividad alegre que proviene de emplear nuestras energías para crear objetos útiles según nuestro propio juicio.
– William Godwin