y lo mejor
del día
es cuando viajo
en un colectivo
solo
con toda la gente
que habla
y espera llegar
veo el río
los edificios
las luces de los semáforos
y el cielo.
nadie espera
nada de mí
en esos momentos.
y yo no hablo
ni me río.
me he hablado
a través
de tantas palabras
y no me escucho
no me escucho.
no doy migajas
a nadie
ni las recibo
intentar que el mundo
sea nuestro.
y aunque todavía
guarde cosas
sólo en mi cabeza
lo demás
se encendió
y arde
a la vista de todos.
¿cuánta desesperación
cabe en tu mano?
toda la mía.
sostenela.
la tristeza
hace sus promesas
y las cumple
una
por una.