ramoneando

Así es

¿Resignación? ¡No! Pensar de cero. Y cuidado con el conformismo


El cartel de la verdulería funcionó primero como imán y después como parodia.

Como esa tarde de marzo me quería hacer un jugo de frutas prontísimamente, le pido al chango de la verdulería el bolsón que tenía ofertado en la puerta. Me dice que en un rato lo tiene listo, que lo puedo pasar a buscar después. Quedamos que me llevo un par de frutas ahora y busco el resto más tarde. Me llevo las peras que están en la lista. Y me avisa de antemano que no tiene calabacín, entonces saco también en reemplazo el equivalente en naranjas.

Voy de noche y me dice que como no tiene huevos en vez de eso me da más banana. Sin sarcasmo intencionado, esto fue así mismo. Fue ahí que pensé en dos tiempos del por qué de estos cambios. 1º) Si lo oferta es que lo tiene, ¿verdad? ¿Sino por qué ofrecerlo? 2º) Si lo que ofrece no lo tiene, ¿cuál es el sentido de ofrecerlo? Ese es mi pensamiento de antes.

En realidad no hace falta ponerle condicionamientos morales o lógicos a la compra de verduras. No digo que uno se resigne, pero sí abrirse a dejarse ver cómo funciona esta caja negra de lo cotidiano. No entendí cabalmente lo que pasó, pero desde hoy creo que me hago menos mala sangre. Creo que también tuvo que ver con que leí una nota sobre Osvaldo Bayer y un amigo le criticaba que sea demasiado literal. Al final no es para tanto. Es así.