ramoneando ramoneando En todo el mundo es grave el problema de la basura. Las estadísticas indican que se producen entre 1 y 1,5 kg de residuos por habitante y por día. Por ejemplo, una ciudad de 1.000.000 de habitantes genera hasta 1.500 toneladas diarias de desperdicios.
La cuenta es simple: si se tomara la decisión de usar en forma generalizada a la lombriz como recicladora de residuos orgánicos, se disminuiría a la mitad la posibilidad de contaminación ambiental por basura y la tarea inútil –pero costosísima– de transportar y depositar en vertederos esas enormes cantidades de residuos orgánicos.
En un tacho o balde grande se echa toda la comida que sobra –digamos, la basura de tres días–, mezclada con celulosa, servilletas de papel, etc. Luego se pasa todo por trituradora o licuadora, en una mezcla de aproximadamente la misma cantidad de residuos y de agua.
Esta mezcla se guarda dentro de recipiente húmedo, que puede ser, por ejemplo, un envase de pintura de 5 litros o algo similar, y se tapa con diario o cartón, cerrando bien. Pero nunca una tapa sólida y fija, porque provocaría gases peligrosos.
A los 7 días esta mezcla está compostada –se nota por tiene un aspecto gelatinoso– y se les puede dar a las lombrices. Para la lombricultura de una familia, alcanza con tres de estos tachos.
El mantenimiento de la fertilidad del suelo depende directamente de la devolución de la materia orgánica a las tierras agrícolas. Y el hombre, históricamente, se ha ocupado de saquear los suelos sin devolverles nada. Ya en épocas del Imperio de Roma, en cada barco de trigo que los romanos cargaban de Sicilia se llevaban parte de la fertilidad acumulada durante siglos en esa tierra.
La llamada "Revolución Verde" cometió el error de dar demasiada importancia a la teoría de Leibig de la nutrición mineral, la cual es una verdad a medias porque reduce la alimentación de las plantas a nitrógeno, fósforo y potasio. Leibig ignoró la importancia de los oligoelementos y los microorganismos del suelo, y esto dio pie al abandono progresivo del abonado orgánico y al desarrollo de la industria de fertilizantes químicos.
Afortunadamente, el desarrollo que tuvo en los últimos años la edafología (ciencia que estudia los suelos) ha confirmado que no sólo de nitrógeno, potasio y fósforo viven las plantas, así como hormonas, vitaminas, etc. La tierra fértil, en lugar de ser un mero soporte físico inerte, es un complejo laboratorio en el que tienen lugar procesos vivos.
Es muy importante que no se mezcle el papel impreso (especialmente el de periódico) con los deshechos biodegradables, por causa del alto contenido de metales pesados de las tintas de impresión. Además, estos papeles son reciclables y tienen un valor económico importante.
Al inicio del proceso de compostaje, la relación entre el contenido de carbono y nitrógeno debe estar alrededor de 30, y se deberán añadir elementos nitrificantes o carbonatantes, si fuera preciso, y al finalizar el proceso debe estar próxima a 10. Demasiado nitrógeno puede causar la generación de amoníaco que crea olores desagradables; por otra parte, si no hay bastante nitrógeno, el proceso de compostaje se retarda.