ramoneando

Un furioso bocinazo me sacó bruscamente de mis cavilaciones y me obligó a concentrarme en la calle. Los automovilistas, (y aún los automóviles) me parecían hostiles, todos en una danza de motor y humo, velocidad y enojo. Esa era la manera, en realidad, en la que las máquinas y los Hombres firmaban el contrato de la ciudad, de todas las ciudades: la prisa por llegar a ningún lado, la carrera desenfrenada de la impaciencia, el mínimo y estéril poder puesto en competencia.

Llegar a mi casa es siempre un alivio para mí: todo lo que hay dentro me es conocido y querido, y el aire que flota es como la extensión etérea de mi yo material. Hay como un fuego invisible ardiendo en un hogar no menos visible, y una sensación de serenidad y espera.

no hay presente ni futuro - sólo el pasado que acontece una y otra vez - ahora Eugene O'Neill

Los niños corretean gritando y a veces llorando, ante el fastidio de todos y la sonrisa de pocos: los niños siempre serán los que más viven las cosas.

yuxtaposición

¿Podrás, niña, controlar mis humores?

¿Diseñar mis expectativas?

¿Racionar mis sueños?

¿Prodigarme ansiedades?

¿Podrás trasponer mi gran Muro?

¿Intuir mis manías?

¿Soportar mi nostalgia?

Tal vez todo eso, pero,

¿Podrás lograr que deje de pensar por un instante?

Mariano Altamirano