ramoneando


Si el lector hizo la vertical, patas hacia arriba, o dió vuelta el texto unos 180 grados, gracias. Esto sí es un poco un capricho, pero no solamente eso. Para quien se acerque a este texto con sed de anécdotas sea muy bienvenido: el texto que sigue (el que está al derecho, y no al revés) espera cubrir ese deseo y dar saciedad. Para quien es curioso y quiere ver si hay algo de ciencia al camino anterior se agrega otro adicional: el de a veces darle una vuelta más a las cosas, de ahí el peculiar giro que a veces se necesita para cambiar la perspectiva.

Mi querida tía Tete decía que le gustaba Margaret Mead de adolescente y más por gusto de lectura antes que por una inclinación política. Ella percibía un nuevo mundo colorido, pero en esto había algo de neutro, sin tanto armar una balanza política hacia un lado u otro. Creo además, junto con ella, que las ciencias sociales no necesitan ser aburridas. Pueden sambullirse y mostrar algo atractivo, exótico, interesante sin perder gente en el camino de párrafos barrocos que nadie (ni siquiera ellos/nosotros mismos) aprecia.

Al final de las páginas de este agregado trato de juntar lo que ví, escuché, me pareció... y esto me sirve para armar conceptos: ideas que abarquen lo que había en la calle y que ayuden a explicar y buscar más preguntas. Es que este falso prólogo, como todo prólogo (ni hablar de los que son falsos), no es tan imprescindible. Es simplemente para indicar una mínima carta de intención de un científico a veces frustrado pero que le gusta compartir documentos de investigación a los que les interesa el tema.


Patas abajo